domingo, 22 de febrero de 2015

Trescientos sesenta y cinco días

Trescientos sesenta y cinco días atrás sentía el cuerpo anestesiado. Cansado. Aliviado.

Mis guardianes vigilaban mi estar. Me sostenían. Me llenaban de vida. Me abrazaban, como siempre y como nunca. Me llenaban de dulce luz.

Ese día grité, alcé mi voz y reclamé lo que era mío. Desde la ira que sólo el dolor desgarrado permite. Desde la fuerza que sólo el amor hace posible.

Tomé decisiones. Resolví. Despedí. Solté los brazos y el alma. Puse hierbas para acompañar el cuerpo de mi guerrero al final de su batalla. Quemé la sinrazón. Ablandé la coraza. Miré los límites. Dormí la enfermedad. Inicié este viaje.

Trescientos sesenta y cinco días son pocos. Pocos para reandar el camino y adentrarme en la mar. Apenas suficientes para plantar los pies en la tierra y volver a sentir la vida florecer. Son los días necesarios para detener la sangre y entregársela a la luna. Son las horas suficientes para repasar el reflejo de mi rostro y para saber que nunca renunciaré a mis claroscuros.

Ese día canté una canción. Resolví y recaí. Me volví a entregar, sin remedio y sin reparo. Olvidé. Atesoré. Sembré una primavera entre las cenizas.

Trescientos sesenta cinco y días son apenas suficientes para sostener la dignidad. Apenas lo necesario para alimentar la memoria y sostener la promesa.

Trescientos sesenta y cinco días después mis letras hablan y mi danza retumba en el centro de la tierra. Mis guardianes todavía me vigilan. Mi cuerpo se estremece. Mi miedo sabe que siempre cederá el paso al amor.

Trescientos sesenta y cinco días después vuelvo a gritar con la fuerza del amor, porque he seguido reclamando lo que me pertenece, porque he seguido sabiendo que el dolor está aquí para recordarme el descanso, el alivio, la vida. 

Tomo decisiones. Resuelvo. Valoro. Siembro. Amo. Recuerdo. Duelo. Sostengo. Sonrío. Creo. Vivo.

Trescientas sesenta y cinco puertas, entreabiertas, por abrir, abiertas de par en par.

Trescientos sesenta y cinco días... y contando.

EACGR (En un febrero frío)
22/2/2015


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