sábado, 17 de mayo de 2014

Fragmentos y una historia...



Hace muchos años escribí un texto para un concurso de escritura autobiográfica. Era todo un ejercicio para salir del clóset y poner en el mundo mis letras. Valió la pena el esfuerzo, pero nunca salió a la luz. Quiero pensar que no era por su poco valor literario, sino porque era una historia de fragmentos y fragmentada.

Hoy quiero recorrer las estaciones de mi vida recurriendo a lo que he escrito en ellas. 


Será un viaje desordenado y, ya desde el principio, fragmentado. 

Será un viaje como la vida y como la memoria: sin tiempo, sin rostro, sin destinatario, selectivo, profundo, ilógico, impreciso. 

Será una invitación a quien quiera leerme. 

Les dejo el primer fragmento:

…….
 "… Y un día sus manos se abrieron. Al mirarlo a los ojos había un segundo, un pequeño instante de luz que era capaz de contarte un poco sobre sus manos. Ese momento, ese que habla de sus manos, es fugaz y casi imperceptible. A veces creo que es una compuerta que abre y cierra a voluntad para dejar pasar sólo a quien él ha elegido.

Yo tuve la fortuna de ver el resplandor de luz en un diminuto instante de sus palabras y su mirada. No tenía la certeza, no podía saberlo… pero sabía que el día que sus manos se abrieran aquello que dormía adentro de mí despertaría. 

Así que esperé, observé. 

Nunca lo dudé, nunca lo supe de verdad, y en el momento en que mis pies se anclaron inmóviles a este suelo sentí que podía entrar. 

Sus manos se abrieron y derramaron destellos de luz, intensos como los que ahora sus ojos desprendían. Sus manos se abrieron y un mundo entero cobró forma. Primero tomaron por sorpresa mis caderas y luego sostuvieron la locura que en mi cabeza nadie había sabido entender. Después desarmaron el miedo y la desconfianza, pero sobre todo cautivaron la soledad profunda y antigua que se había empeñado en inundarme. Sus manos curaron heridas y disolvieron resistencias, habitaron mi vientre y calentaron mis manos. 

Sus manos, aún sin tocarme, comprendieron mis distancias, mi carrera, mi tiempo y mi nostalgia. Sus manos se abrieron y regresaron las descargas de querer querer lo que aún no sabía que quería. Sus manos, ese refugio sin nombre, acariciaron mi mirada y acurrucaron el sueño. Sus manos se abrieron y  mi sonrisa también se abrió, plena, constante, presente, incauta. Sus manos tomaron las mías, en ritmos insospechados, en días sin sol, en noches con luna, en historias pasadas, en tristezas perdidas, en reposo anhelado. 

Sus manos se abrieron y se hicieron cuello, espalda y pecho. Sus manos se abrieron y se hicieron encuentro. Sus manos se abrieron y se hicieron abrazo, eterno, profundo. Sus manos son ahora deseo, cielo, mundo, aire y consuelo. Sus manos se abrieron y mi sendero se hizo camino. Sus manos se volvieron agua corriente de un río que al fin llegó al mar. Sus manos son ahora mis manos, que hoy abrazan juntas esta historia…"

EACGR (ahogada en un mundo raro)

Mau y la vida...

La última vez que escribí hablé sobre el decir y desear salud. Hoy tiene sentido y no. Mi Mau no está más con nosotros: se adelantó en el viaje. No puedo decir que perdimos la batalla contra el cáncer. La lucha nunca cesó y con eso ganamos. La cosa es que nada es como uno quiere y cuando uno quiere. Las ganancias son tan trascendentales como la propia vida y como la muerte misma. Difícil cuestión.

He decidido retomar este espacio. No sé muy bien si andaré por ramales o troncales, ni cuánto me detendré en cada estación. Sólo sé que las reflexiones sobre ser-estar-hacer siguen siendo importantes para mí. También sé que quiero honrar a Mau, acomodarlo en ese lugar especial y luminoso que me permita seguir viviendo, sintiendo, amando y soñando. Quizás sea esta una de las muchas maneras de hacerlo, sobre todo porque ha sido él quien más empeño puso en sacar de los escombros mis ganas de escribir.

Así como el agua y sumergirme en ella es esencial para mí, escribir siempre lo ha sido. Tengo cuadernos y libretas, muchos, llenos de palabras que he escrito para mí. He escrito siempre, desde que aprendí que leer-escribir curaban las heridas y desde que las palabras con sus alas me han ayudado a ritualizar la vida para metabolizarla.

Tengo ahora una necesidad de honrar a Mau a través de mí misma, de quien yo soy y he sido. Tengo ganas de decirle al mundo que la muerte arroja sombras y luz al mismo tiempo. Tengo ganas de mostrar que atravesar la muerte y la vida acompañada y querida, consciente y aceptante, es lo que me mantiene a flote.

Tengo ganas de recoger mis pasos y volver a andar por mi historia. Tengo ganas de volver al mundo de la vida. Y empezar a vivir de nuevo.

Hoy recupero mis fragmentos, los uno y atesoro, sólo para volver a verlos romperse en mil pedazos una y mil veces cada día.

Bienvenidos sean nuevamente el viaje y el movimiento.