lunes, 12 de enero de 2015

Mil metros

Sólo hacen falta mil metros.

Mil metros son suficientes para acompasar al corazón. Sirven para distinguir entre lo profundo y la superficie.

En mil metros es posible recuperar el ritmo de la respiración y hacerla más sabia.

Mil metros sirven también para que la vida en las venas corra sin presiones, sin miedos, sin cansancio.

Sólo mil metros hacen falta para acortar el camino entre el pensamiento y el cuerpo. Uno se calma, el otro despierta.

Mil metros son la distancia perfecta entre doler y sólo fluir. Brazos, piernas, pecho son ágiles y en mil metros abandonan el miedo o la desesperanza.

En mil metros el silencio lo cubre todo, sin prejuicio, sin expectativas. Y el tiempo se vuelve cíclico, con cada fin y cada principio, hasta completar los mil metros.

Podrían ser mil quinientos, pero por ahora mil metros son suficientes.

Un día serán dos mil o tres mil, pero hoy el horizonte en mil metros es más que suficiente.

Ere (ahogada en luz)