domingo, 3 de junio de 2012

De las razones de este viaje por las vías del tren

 No todo es siempre andar...


Siempre me ha gustado escribir y viajar, he escrito mientras viajo y he viajado cuando escribo. Esto siempre había sido un ejercicio personal y "hacia adentro", pero hoy me decido a empezar a escribir e involucrar a quienes quieran leerme. Creo que mi intención es compartir mis itinerarios, mis trayectos y mis eternos retornos.

No se trata sólo del hecho literal de viajar, se trata de la comparación que siempre he hecho de distintos procesos y etapas de mi vida con la figura del viaje. Los viajes en tren significan para mí muchas cosas: la posibildad del movimiento y de la libertad, la impronta de paisajes que nunca se quedan fijos, los ritmos del constante avanzar y retroceder, la melancolía, la bella soledad de las estaciones por las noches, la vital concurrencia de novedades a la llegada de las locomotoras... Así también la vida es un viaje y en un interminable correr de vagones van cargadas las vivencias que a algún lugar nos han de llevar. Es sobre ese viaje que hoy quiero compartirles...

El viaje que hoy me ocupa es el de la enfermedad. Tengo mucho que decir sobre el cáncer, aquél que aquejó a mi padre hace cinco años y el que hoy entorpece la plenitud de mi Mau, mi compañero de vida. Y lo que tengo que decir tiene que ver con el viaje de sanación que la enfermedad ha traido consigo.

Desde que iniciamos el arduo camino de quimioterapias y radioterapias contra el cáncer nos enfrentamos a situaciones que nos han puesto a prueba. En mi lugar de "cuidadora" he atravesado por mucha desesperación y desconsuelo. Lo más difícil ha sido el tratar de encontrar algo que hacer para ayudarle a contrarrestar nauseas, vómitos, dolores, aftas en la boca y demás malestares... y lo más enriquecedor ha sido el aprender que no todo es siempre andar, no toca siempre hacer... la mayoría de las veces lo que se puede y debe hacer es sólo estar, como a la espera, en alerta pero fluyendo, sosteniendo la incertidumbre y la impotencia, pacientemente estando con y para el otro.

En este viaje lo primero que he tenido que hacer es saber distinguir entre el detenerme para únicamente estar y el avanzar para hacer. Tarea compleja, como los caminos que constantemente se bifurcan y que se recorren siempre de distinta manera.

He decidido empezar a compartir este viaje en particular porque veo muy cerca la luz al final del túnel, porque el fin de los tratamientos se anuncia cercano, porque al menos llegaremos a una primera estación y hoy puedo confiar en que este camino nos acerca cada día a la salud y la sanación.

También quiero explicar que es por eso que puedo hoy escribir "hacia afuera"... En mis esfuerzos por hacer encontré mucha información útil en la red: recetas, tips, explicaciones, consejos. La gran mayoría fueron pedazos de información que me ayudaron de manera pragmática y me sacaron de apuros. Sin embargo casi no hay espacios en los que se acompañe el estar, tan cargado de emociones, sensaciones y pensamientos. Acompañar y compartir el estar, creo yo, ayuda también a sanar.  Sea pues ésta mi prioridad. Espero lograrlo un poco.

¡Bienvenidos al viaje!